La mejor forma de lograr un desarrollo social sostenible es reduciendo la desigualdad y lo hacemos interviniendo desde tres ejes específicos: educación, espacio público e infraestructura, y desarrollo económico local. Los articulamos transversalmente desde la equidad de género, la inclusión y la participación comunitaria, enfocándonos en la población más vulnerable, particularmente en el sector rural, donde vive el 46% de la población mundial.