Por Claudia Jaña Z., Gerenta de Educación de Fundación Kodea.
Ante los preocupantes resultados de la prueba PISA (que evalúa a estudiantes en 81 países) y frente a la reciente medida de Nueva Zelanda, Estados Unidos, Francia y Reino Unido de eliminar el uso de celulares al interior de sus colegios, es relevante reflexionar sobre cuál es el impacto que queremos que la tecnología tenga en las futuras generaciones.
El primer elemento a considerar es que los niños y niñas reciben su primer celular antes de los 9 años (UNICEF, 2022) al interior de los hogares y para fines recreativos. Lo segundo es que la escuela es un espacio donde se debe enseñar sobre su uso responsable y eficiente, sus riesgos y potencialidades. Si los estudiantes no reciben una educación adecuada y pertinente sobre cómo utilizarla en un contexto de aprendizaje, es altamente probable que ocurran problemas relacionados con la convivencia digital o la falta de atención.
Lo tercero es que la discusión hoy se está centrando en el dispositivo, cuando lo clave es analizar qué estamos enseñando en las escuelas para hacer un uso productivo y seguro de él. Para lograr una implementación exitosa de la tecnología en el aula y mejorar el rendimiento escolar, es fundamental el rol del docente como mediador y guía, además de una cuidadosa planificación sobre cómo, cuándo y para qué se utiliza, manteniendo un equilibrio entre prácticas pedagógicas offline y online.
Respecto a los bajos resultados de Chile en la prueba PISA, surge un cuarto elemento. Es innegable que la velocidad con la que avanza el mundo digital imprime un sentido de urgencia en revitalizar y adaptar el currículum escolar. El uso de la tecnología en ambientes de innovación, exploración y creatividad o en prácticas pedagógicas integradas, desarrolla en los estudiantes habilidades propias del pensamiento computacional, además del interés por resolver problemas, la colaboración, la resiliencia, la adaptabilidad y el pensamiento crítico.
En Kodea, a través de nuestra iniciativa IdeoDigital, apoyamos la transformación digital de las escuelas democratizando el conocimiento científico tecnológico. Estamos convencidos de que debemos aprovechar la urgencia para mirar a mediano y largo plazo la educación e incorporar nuevos conceptos y aprendizajes en el aula, que contemplen el desarrollo de las habilidades del siglo XXI y la ciudadanía digital, con un modelo que integre metodologías activas de aprendizaje que permitan a los estudiantes volver a conectar con la escuela como un espacio valioso para el aprendizaje y su desarrollo. Este es el impacto que queremos lograr en todas las escuelas de Chile.